15 de junio de 2009

SÍNTESIS DEL PRIMER ENCUENTRO (13/6/09)

El encuentro transcurrió en un clima de distensión, tolerancia hacia otras opiniones, en donde cada uno de los participantes expresó sus ideas, rememorando el espíritu de esa primera reunión humana junto al fuego, con el Vino como testigo y partícipe del comienzo de la constitución de nuestra primera comunidad filosófica.
“Prometeo y el Nacimiento de la Filosofía” tuvo como idea guía explorar el simbolismo del fuego como representación de la razón humana, reflexionando sobre su origen y limitaciones. Prometeo es entonces considerado el primer filósofo, al atreverse a “tomar prestado” (aquí hubo algunas diferencias de opinión muy interesantes) el fuego sagrado, para compartirlo con el resto de la humanidad, asegurando su supervivencia.
Siendo el fuego-razón la fuente de supervivencia y evolución humana, quien lo domina también poseerá su poder. Prometeo “robó” el fuego para compartirlo con toda la humanidad, para que todos aprendieran a generarlo, controlarlo, cuidarlo….en cambio, la destreza de su uso se reservó sólo a algunos pocos.
La facultad de razonar es común a toda la humanidad, pero, al igual que el uso del fuego, cada ser humano fue encontrando diversos fines, algunos se dedicaron a perfeccionar la destreza de su creación, otros de su cuidado, etc. Como en la Naturaleza, todos en la comunidad tienen su lugar. Se planteó la necesidad de que cada uno de nosotros lo encuentre, lo asuma y lo viva con una actitud solidaria y de compromiso con el otro.
En este orden social, en donde cada uno de nosotros tiene su lugar, ¿quiénes son los “creadores” del fuego? Es así que indagamos en los prejuicios que rodean la figura del intelectual, principalmente la figura del intelectual como “improductivo” y el prestigio del que gozaban en la Edad Media como poseedores y guardianes del conocimiento. La actual división del trabajo en la sociedad capitalista privilegia el “hacer” sobre el “pensar.” Por este motivo, la acción del pensar y el crear conceptos y obras artísticas están sujetas a cumplir una predeterminada función social, transformándose finalmente en mercancías. Los “creadores” del fuego lo comparten con el resto, y esa llama recorre su propio rumbo, generando una distancia entre “creadores” y “cuidadores.”
¿Cómo volver a acercarlos? Reconociendo nuestro propio lugar en la comunidad, tanto si somos “creadores” o “cuidadores” del fuego de la humanidad. Ejerciendo nuestra tarea con respeto, compromiso y solidaridad con el otro, para volver a encontrarnos en aquella milenaria fogata original.

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